Todo comenzó con un simple post, en el que la madre de Matheus Gabrieli, un joven repostero con síndrome de Down, hablaba de su hijo y sus ganas de ser independiente a través de su recién estrenado negocio de galletas. El post se extendió como la pólvora en las redes sociales brasileñas y, según su madre, en poco tiempo recibieron más de 800 comentarios y muchísimos pedidos de galletas.

Su pasión por las galletas nació en casa, viendo a su madre cocinar galletas para amigos y familiares, y se desarrolló después, con cursos de cocina. Ahí no sólo aprendió a cocinar sino a encontrar su vocación. Al poco, decidió establecerse por su cuenta y ahora se dedica en cuerpo y alma a su negocio de galletas.

Cada vez conocemos más casos de jóvenes emprendedores con síndrome de Down y que han conseguido triunfar gracias al apoyo de la gente en las redes sociales. Como el caso del estadounidense John Cornin con su empresa de calcetines locos o el de Rodrigo Villagra –cuya historia reproducíamos hace unas semanas- que ha fundado su propia empresa de bombones en Argentina.